Revisar la producción de un artista es un ejercicio que le toca a los museos para cumplir cabalmente con sus funciones. Celebro que el Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara continúe con la tarea que se ha propuesto de mostrar una selección de obra de los artistas de su colección.

Las revisiones son ejercicios indispensables del quehacer artístico. Es en ellas donde el creador puede estar de nuevo con su propia obra y entablar un diálogo necesariamente atravesado por la distancia y la experiencia, diálogo crítico que exige de alguna manera un rendimiento de cuentas; por otro lado, el público tiene la oportunidad de ver el cuerpo principal de la obra de un artista en un lugar y en un punto del tiempo, y eso es siempre un privilegio.

Las obras aquí reunidas dan cuenta de las preocupaciones y afiliaciones estéticas que durante 20 años han marcado la obra de este artista tapatío. Samuel Meléndrez es un pintor que ha defendido y se ha mantenido en el oficio de pintar. Su constante ha sido la evocación de escenas urbanas cargadas todas de una sobriedad y elegancia que tanta falta hacen en estos días. La ciudad que Samuel nos regresa se agradece. El proceso de decantamiento que hace de la arquitectura urbana y de la parafernalia mediática en relación a ciertos momentos del día, donde el tiempo (en el doble sentido de la hora y el clima) está dictado por los vastos cielos, provoca en el espectador un estado de melancolía que nos regresa al deseo de contemplar los cerros y sus crestas. La ciudad de Samuel es nítida, pura, y nos reconocemos habitantes de ella como en un sueño. Su pintura tiene el encanto y el poder que guardan en sí mismas las cosas sencillas. Lo nombrado está ahí sin ningún retorcimiento, sin juicios ni adjetivos; un tren, un triciclo, una fachada, un par de zapatos, una botella, un hotel, una azotea, la luz entrando por la ventana, la tarde cayendo, el horizonte separándonos de lo otro que también somos.

La obra de Samuel nos revela a un artista que dialoga quedamente con el lenguaje de los pintores de otros tiempos y otras latitudes. Están, por nombrar algunos, Edward Hopper y Javier Campos Cabello. También abreva de la cultura Pop y del movimiento Estridentista. Pero ante todo prevalece en la obra de Meléndrez una constante construcción poética de la metrópolis contemporánea.

Alicia Lozano